Thursday, April 10, 2008

El sujeto y la evolución metacultural

Se nos ha señalado el traslucir experiencias personales en nuestros ensayos y artículos. Eso es inevitable, ningún autor puede decir que no se refleje en lo que escribe. Del mismo modo en que no se puede negar el trasfondo ideológico de los trabajos con base empírica, tampoco se pueden desconocer las implicancias sicológicas de la literatura de ideas. Ellas también podrían ser objeto de indagación, algo que se ha realizado en la novela o en la dramaturgia.

La experiencia personal unida al esfuerzo por aguzar la vista son las verdaderas condiciones para llegar a identificar la metaculturalidad y su avance mundial. El sujeto metacultural no es Gladis Marín y tampoco es Jaime Guzmán. Ambos personajes son aún ideológicos y por eso es que se besan en Estación Central. Metacultural se define por lo que busca: él es lo que le conviene, lo que le da placer y lo que le asegura el bienestar. Los tenemos de todos los géneros y tallas. La calidad y duración también varía. Los puede haber “según las reglas” o “según el estómago”. Metaculturales según las reglas los hay como Gene Simmons y metaculturales según el estómago pueden cómodamente ser encontrados entre delincuentes de cuello y corbata.

En general la metaculturalidad implica una des-ideologización generalizada, pero el normado o "según las reglas" asume el mínimo de ideología que le permita desarrollarse plenamente como metacultural: la ideología de lo justo y necesario. Esta se traduce en: respeto por las libertades individuales y renuncia a la discriminación por género, raza, religión, etc. Incluso lo podemos encontrar entre los activistas pro-derechos humanos o pro-medioambiente. Su filosofía de vida apunta a la conveniencia, pero es una conveniencia a corto, mediano y largo plazo. También tiene la plena conciencia que la conveniencia grupal puede condicionar fuertemente su conveniencia personal. La regla le importa y la promueve; en ese caso tenemos que para él las relaciones son instrumentales y éticas al mismo tiempo. También puede darse que la regla en sí no le importa, pero tampoco la viola y en ese caso las relaciones son sólo instrumentales.

Si el diagnóstico de Marx sobre el capitalismo decimonónico hubiese sido acertado las predicciones se hubiesen cumplido y hoy en día los marxistas ocuparían el lugar de los metaculturales normados y no los liberales de RN o del PPD. Pero la historia se dio como ya sabemos y la conveniencia colectiva como marco de la individual no es una ley de la historia a cumplirse en el socialismo, sino una proposición que también se afirma en lo ideológico.

El metacultural visceral o "según el estómago" dice respetar lo mismo que el anterior, pero si nadie lo está mirando tengamos por seguro que no dudará echarse al bolsillo algunos billetes que, “según las reglas”, no le corresponden. La norma no le importa y además la trasgrede. A veces no mira mucho más allá de su nariz, razón por la cual suele pasar del estadio a la comisaría, pero en otras ocasiones tendrá muy claro el escenario en el que se está moviendo, razón por la cual no sería raro que lo vieras pasar de una gerencia a la otra.

Tanto los metaculturales normados como los viscerales tienen lo que les conviene, lo que les da placer y lo que les asegura el bienestar. Las diferencias radicarán en cuál de los tres elementos tendrá más énfasis en su vida y en cómo los enfrentará. Mientras haya viscerales el normado promoverá la ideología de lo justo y necesario. El visceral tendrá un pie en las normas y el otro en sus impulsos, aunque en algunos casos pretenderá prescindir completamente de la ideología, pero será difícil porque en algún momento necesitará comunicarse con alguien y al haber comunicación habrá también cultura. No existe ideología fuera de los márgenes de la cultura, del mismo modo en que tampoco existe cultura fuera de los márgenes de la ideología. Al haber cultura, habrá también ideología.

La cultura es la pauta, la ideología, su fundamento. “Trata bien a las personas” ¿por qué? “Porque todas merecen respeto”. La primera proposición es la pauta, la segunda, el fundamento. Cuando, a ratos, el metacultural visceral se encuentre con la cultura, podremos sentir destellos de la ideología de lo justo y necesario; pero el visceral no la siente como parte de su persona o de sus principios. De hecho él no tiene muchos principios o sencillamente no los tiene. La comunicación en su caso es claramente una herramienta antes que una necesidad.

La humanidad podría evolucionar hacia el metacultural normado eliminando o bien normando a los viscerales. Se congelaría la evolución social y las relaciones sociales no variarían. El normado, entonces, respetará las reglas y se moverá dentro de ellas a tal punto que ellas en sí mismas ya no le importarán. Ante la ausencia de viscerales la importancia de promover las normas disminuirá. Ya no habría viscerales a los que combatir, por ende la norma dejaría de ser ideal e instrumento al mismo tiempo para pasar a ser sólo instrumento. Amnistía ya no tendría razón de existir.

Después las comodidades tecnologizadas disminuirán paralelamente la necesidad psicológica de la comunicación. Las normas irán disminuyendo en número y aumentará lo sensorial. Esto significa que la evolución hacia el metacultural normado sería la antesala del predominio del visceral como sujeto histórico, pero ya casi no habrán normas para transgredir. La necesidad corrpórea alcanzará tal armonía con la norma que terminará reemplazándola. El visceral satisfacerá todas sus necesidades en solitario. De hecho evolucionará hasta encontrarse físicamente solo y no necesitará de pautas de convivencia con otros seres humanos, ya no habrá prójimo a quien lastimar y la cultura va a desaparecer.

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