Friday, April 04, 2008

El obispo Pafnucio habla en el Concilio de Nicea


Pafnucio era obispo de una ciudad de la alta Tebaida. Tenía tan admirable piedad que realizaba milagros. Le habían sacado un ojo durante la persecución. El emperador lo veneraba tanto que le invitaba frecuentemente a palacio y le besaba la cuenca del ojo que le habían arrancado (…)

Los obispos pensaron en hacer una nueva ley por la que se ordenara a los obispos, sacerdotes y diáconos separarse de las mujeres con las que se habían casado cuando eran solamente laicos. Cuando le pidieron su opinión, Pafnucio se levantó en medio de los demás obispos y elevando la voz dijo que no había que imponer un yugo tan pesado a los clérigos ni a los sacerdotes; que el matrimonio es honorable y que el lecho nupcial es sin tacha; que una excesiva severidad podría hacer daño a la Iglesia, pues no todo el mundo es capaz de una continencia tan perfecta y que quizás las esposas no podrían guardar la castidad.

El llamaba castidad al uso del matrimonio contraído según las leyes. Bastaba con que los que habían sido admitidos en el clero no se casasen después, según la antigua tradición de la Iglesia, sin obligar a los que se habían casado siendo laicos a abandonar a sus mujeres. Pafnucio sostuvo esta opinión, a pesar de que no solamente él no había estado nunca casado, sino que nunca había tenido conocimiento de mujer alguna, ya que fue educado desde su infancia en un monasterio, donde se hizo de admirar por su singular castidad.

Todos los obispos se atuvieron a su parecer y, sin deliberar más, dejaron que optaran libremente los que ya estaban casados.


(Sócrates, Historia eclesiástica, I, 11 citado en Comby 2003, p. 98)

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