Sunday, April 09, 2006

Sentido cristiano como proyecto de vida

Existe una tendencia al interior de la Iglesia a tipificar lo ajeno. La tipificación es algo característico de los grupos humanos y va de la mano con la construcción de estereotipos. En la Iglesia el asunto es más o menos así: “nosotros decimos A y ustedes dicen B, nosotros tenemos la luz y lo que sucede es que ustedes carecen de sentido de vivir, se llenan con ideologías falsas (para El Vaticano todas las “ideologías” son falsas) y por lo tanto reconozcan su error, déjense acompañar”. Esto sucede siempre y cuando no se comience lisa y llanamente a cuestionar la salud mental de ateos, gays, lesbianas, enfermos de sida, agnósticos o sencillamente de cualquier persona que plantee las cosas en forma poco convencional.

La estereo-tipificación no es un razonamiento defectuoso, es un proceso cognitivo normal mediante el cual los actores sociales de un determinado grupo, en este caso la Iglesia, generan “significados“ (desorientado, equívoco, esquizoide) y se los atribuyen a “significantes” (gays, feministas, ateos, masones, etc.). Un ejemplo: “si es gay es porque está desorientado”. En este caso “Gay” es el significante y “desorientado” el significado. Asociar tal significado a tal significante tiene que ver con muchos factores, pero los principales se remiten a dos procesos: uno es la dinámica interna del grupo que se da el trabajo de colocar los carteles y el otro es la interacción (mucha o poca) de dicho grupo con los sujetos a los que efectivamente se les ha colgado el cartel. Curiosamente, la condición objetiva de los individuos estereotipados tiene un efecto muy lejano en la formación del estereotipo que se les ha impuesto.

“Si no estamos de acuerdo, el equivocado eres tú y eso pasa porque no tienes sentido con qué llenar tu vida”. Eso es critica fácil y cuando un grupo humano se vuelve muy institucional, muy complejo o sencillamente muy masivo aparece inexorablemente la actitud autorreferente acompañada por la facilidad para invalidar todo aquello que venga de afuera. Una de las causas para la invalidación puede ser la incompatibilidad de lenguajes y conceptos utilizados. También puede suceder que a una misma palabra se le entienda de forma distinta. El ejemplo más notable que ilustra muy bien esto último y también las tensiones entre “los amigos de la doctrina” y la intelectualidad secular es el uso de la ya citada palabra “ideología”, un vocablo reconocidamente feo. Lo anecdótico radica en que ambos sectores suelen acusarse mutuamente de “ideológicos” y de contribuir a la distorsión de las verdades últimas sobre el ser humano.

Se discute si los estereotipos tienen sustrato empírico. ¿Serán los gays, ateos, comunistas, etc., personas objetivamente desorientadas? Durante tantos años de circo en la Universidad de Chile pude descubrir algunas particularidades del mundo secular en el que se mueven semejantes sujetos. Muchos fuimos compañeros, algunos fueron mis profesores y con otros formé lazos de amistad. ¿Tienen vacío de sentido? Si y no. Lo notable es que si me preguntaran lo mismo, pero refiriéndose a la Iglesia que yo conozco, creo que daría la misma respuesta. El “sentido” tiene que ver con la razón o el propósito con el que se realizan las cosas. También tiene que ver con un acto de fe de mediana o gran escala en el marco de un proyecto de vida. La idea de sentido suele estar también asociada a la coherencia, tanto práctica (moral), si lo vemos desde la óptica de la vida misma del sujeto, como también teórica (discursiva), si lo vemos desde la óptica del principio de no contradicción en una doctrina, teoría, corriente, etc.

Los “occidentales seculares” que están fuera del catolicismo no carecen de sentido por el sólo hecho de ser marxistas, homosexuales, liberales, etc. Si bien es cierto, muchos ateos y homosexuales suelen estar bastante desorientados, de los que yo conozco hay muchos que tienen bastante sentido con qué llenar sus vidas. Algunos de ellos incluso tienen al cristianismo como referente, otros son bastante más respetuosos, acogedores y dialogantes que muchas personas al interior de la Iglesia. También existen otros con mucho menos ambiciones de poder o prestigio que las de ciertos “líderes” pastorales.

En este punto creo necesario esbozar una distinción en torno a las ideas de “sentido” y “verdad”. Que el marxismo sea un discurso verdadero o no, es una cosa y que una persona que define marxista tenga o no sentido con qué llenar su vida es otra cosa. Al interior de la Iglesia suele creerse que el hecho de depositar la fe en un punto de vista equivocado va necesariamente de la mano con un vacío de sentido o algo similar. El sentido, a diferencia del discurso, las elecciones o la teoría, no es verdadero ni falso, simplemente es algo que está o no está. Algunos preguntan “si tu opción fue equivocada, entonces ¿qué sentido tiene tu vida?”. Me pregunto entonces ¿equivocada según quién? Si se demuestra que la opción está equivocada desde todos los ángulos, la comunidad de creyentes debe mantener su puerta abierta para acoger, en lugar de imponer criterios y argumentaciones doctrinarias “racionales” usando la maquinaria mediática, situación visible en las intervenciones pontificias públicas.

Optar por un camino equivocado significa no haber realizado un buen discernimiento, lo mismo que adscribirse a una doctrina errónea. Otra posibilidad es no contar con los elementos de discernimiento apropiados. La fe cristiana es un elemento que condiciona las decisiones. De no existir, se puede llegar a una decisión absolutamente juiciosa realizada con los elementos que se poseen. Un budista en Japón no necesariamente discierne en forma errónea por el sólo hecho de desconocer el cristianismo.

¿Y el fondo de realidad de los estereotipos?... en las opciones como la homosexualidad o el marxismo suele haber algo de realidad que contribuye al rótulo del “desorientado” o “psicológicamente enfermo” y que contrasta míseramente con el repertorio de apoyos personales que la Iglesia actual ofrece a sus partícipes -entiéndase: acompañamientos, formación personal, terapias, grupos de oración, etc.-. El ateo, por ejemplo, puede llegar a esa opción sin que de por medio haya una organización institucionalizada que los “discierna” o los “acompañe” en la configuración explícita de un proyecto de vida, más allá de las relaciones instrumentales al interior de un partido o movimiento. En cambio pueden existir miles de caminos, algunos sanos y otros psicológicamente muy enfermos. En el caso de los grupos marxistas, cabría preguntarse hasta qué punto entregan herramientas a sus militantes para el discernimiento de un proyecto de vida, o bien una ética personal que trascienda lo meramente sociopolítico y se proyecte hacia otras dimensiones concretas de la vida, como por ejemplo, la educación afectiva de sus hijos. El revolucionario verdadero hipoteca su persona para lograr un nuevo tipo de sociedad, lugar en donde se repararán todas las injusticias y se crearán condiciones para llenar de sentido las existencia social e individual. Si la inversión estuvo mal hecha, la hipoteca se transforma en pérdida irreparable.

La crítica del cristianismo hacia los sujetos ideológicamente ajenos debe plantearse en términos menos invalidantes y la Iglesia Católica debe enfrentar al mundo con una óptica y un proceder menos autorreferente que como lo ha hecho hasta ahora. Para esto es necesario un conocimiento más acabado de las ciencias sociales y del lenguaje que efectivamente está utilizando la intelectualidad laica. Es necesario dejar de considerar a la sociología como un caballo de Troya del marxismo o del relativismo, junto con valorar en forma más amplia y menos desprejuiciada los esfuerzos realizados por teólogos interesados en conocer otras intelectualidades no oficiales dentro de la Iglesia. Todo esto conlleva una simplificación del lenguaje y asumir al cristianismo como una opción para ser vivida “en el mundo”. Si se desarrollan prioritariamente ambos rasgos, sencillez y secularidad, se darán las condiciones para descubrir los elementos que se pueden proponer al mundo actual y discernir cual de ellos constituye un aporte frente a otras manifestaciones de la esfera ideológico occidental. De los que se me vienen a la mente, creo que el más importantes es la categoría “proyecto de vida”, verdadero marco del “sentido” y única instancia válida, bajo la perspectiva cristiana, que permite integrar lo social con lo individual y lo emocional con la acción planificada. Un horizonte de secularidad explícito es el contexto en el cual se deben replantear las búsquedas y propuestas del cristianismo antes que una nostalgia por el estado de cristiandad cuya única forma de vicularse con lo ideológicamente distinto la esté constituyendo la crítica fácil.

Saturday, April 01, 2006

Congreso nacional de arqueología chilena

La dirección Museológica de la Universidad Austral de Valdivia y la Sociedad Chilena de Arqueología invitan a ustedes a participar en el XVII Congreso Nacional de Arqueología Chilena a efectuarse en la ciudad de Valdivia, entre los días 9 y 14 de Octubre del año 2006.

El congreso de organizará de acuerdo a tres modalidades de participación: simposios temáticos, simposios regionales y paneles. El plazo final para el envío de resumenes a cada una de estas modalidades vence el día 21 de Abril del año 2006. Estos no deben tener una extensión máxima de 2 páginas, escrita con letra Times New Roman 12.

La reunión plenaria de la Sociedad se planificará en el marco de las actividades del congreso. En ella se presentará el informe de Cuentas del Directorio 2003-2006 y se elegirá los nuevos representantes de nuestra Sociedad.

Más informaciones: www.scha.cl