Wednesday, January 10, 2007

Esencialmente no esencialista

En antropología la moda es la siguiente: "esto es esencialismo, entonces es mentira". El asunto se grafica mejor con un ejemplo. "El rasgo esencial del Imperio bizantino es su carácter griego" Esta constituye la proposición A. Vamos a reformular la proposición A con el objeto de generar la proposición B, que es como sigue: "La principal característica cultural del Imperio bizantino es la preponderancia del elemento cultural griego". Desde el punto de vista del castellano natural, que utiliza la mayoría de las personas comunes y corrientes, ambas proposiciones son equivalentes, pero por una de esas cosas increíbles de la vida académica, reflejo de las delicadas articulaciones del pensamiento antropológico, que, por cierto, me superan, la primera sería blanco de duras críticas por esencialista mientras que la segunda no.

Esto parece muy oscuro, pero frente a mis limitaciones no me desmoralizaré. Creo vislumbrar la luz: he encontrado una solución simple. Realmente tranquilizadora y simple. Dormiré tranquilo. Pero no. Pensándolo bien, no dormiré tranquilo: creo intuir que algún (a) adalid del pensamiento crítico dirá que lo mío es un simplismo provocado por mi condición de descriptólogo cerámico. Incluso más: algún seguidor de Derrida, Descola, Girard, etc., especialmente alguno de esos que transitan por el segundo piso de Sociales, afinará su ojo y alcanzará las mayores profundidades de la crítica y la deconstrucción: "lo que sucede es que se aferra a dogmas religiosos anacrónicos, por eso hace puras descripciones, no planteándose los problemas fundamentales del pensamiento, o bien enfrentándolos con simplismo, alcanzando sólo soluciones simples".

No me importa. Mis amigos de antropología, por cierto libres de todo prejuicio, comprenderán mi postura una vez que la lean: decidí declararme ESENCIALMENTE NO ESENCIALISTA.

O sea, no soy esencialista porque eso está inscrito en mi diseño estructural, o sea soy no esencialista por esencia, o sea, mi esencia es el no esencialismo. PERO ahí tenemos una paradoja: para no ser esencialista no me puedo aferrar a una esencia, o sea debo re-configurar mi diseño estructural, entonces debo esencializarme, lo cual, a su vez, conlleva, que ya no puedo ser antiesencialista, esto significa que para poder ser no esencialista debo volver a serlo en forma esencial, lo cual significa que soy no esencialista por esencia, o sea, mi esencia es el no esencialismo. PERO ahí tenemos una paradoja: para no ser esencialista no me puedo aferrar a una esencia...

Efectivamente, después de esta breve y por cierto fructífera gimnasia mental, que en nada desmerece con respecto al postmodernismo, rico en sus aportes a la sociedad, he decidido asumir que los críticos hacia este buen hombre que soy quizás tengan razón. Es necesario plantearse las cosas en forma crítica y con un lenguaje sin recovecos. Vamos a dejar el SIMPLISMO, los PREJUICIOS y la CRITICA LIGERA.

Usar la palabra "esencia" no tiene por que diablos implicar "esencialismo". Es como si por usar la palabra "existencia" los seres humanos cotidianos inmediatamente deberían ser catalogados como "existencialistas". Muchos de los que critican a autores como Pedro Morandé aún no son capaces de descubrir una cosa tan elemental como aquella, y aunque dicho autor no utilizase la palabreja, igualmente es sociólogo, católico, padre de familia y hace clase en la PUC, por lo tanto, para algun@s que conozco, todo lo que diga Morandé es mentira, etnocéntrico, patriarcado, etc.

Visto esto, nos encontamos frente dos opciones: la primera es abandonar aquel vocablo ofensivo para el pensamiento antropológico y redactar frases más retorcidas para decir las mismas cosas que decíamos antes. Esto se grafica en el ejemplo de la proposición B con respecto a la A. Con respecto a esta posibilidad algunos se me han adelantado y lo vienen haciendo desde hace algunos años, alejando más aún el vocabulario de la disciplina con respecto al lenguaje de los seres cotidianos. Nunca me ha quedado claro si pretenden o no encabezar un cambio cultural en Occidente en este orden de cosas.

La segunda opción es simplemente ACEPTAR el vocablo y asumir un pequeño cambio en su concepto: las esencias CAMBIAN, junto al CAMBIO CULTURAL. En el concepto tradicional la esencia es esencia porque es inalterable. Creo que las esencias cambian con la cultura. Si se acepta de esta manera podemos señalar sin miedo a error, que el Imperio Español fue un imperio esencialmente católico, que Santiago es una ciudad esencialmente chilena y que el kultrún es esencialmente mapuche. No tengamos miedo en decir que Constantinopla fue una ciudad esencialmente griega, del mismo modo que Estambul es una ciudad esencialmente turca.

Ojo con una cosa: esta opción tiene un flanco débil que entraña, quizás, un mayor desarrollo: la posible falta de especificidad. Para eso invita a comparar nuevamente las proposiciones A y B. Aunque, a decir verdad, la especificación debería ser tarea de los profesionales que trabajan con temas culturales. Decir "el imperio bizantino fue esencialmente griego" puede resultar tan vacío de contenido y creatividad como decir "Latinoamerica se caracteriza por el sincretismo".

Ojo con otra cosa: no se está diciendo que las identidades necesariamente tengan que pasar por rasgos profundamente esenciales (aunque de mi parte tienen autorización antropológica para poseerlos). Si bien es cierto mantengo mi identidad chilena a pesar que no estoy vestido de huaso y apenas sé bailar cueca, esto no implica que ser chileno sea cualquier cosa. Mapuche tampoco puede ser cualquier cosa y aymara tampoco es cualquier cosa. Para enfocar las cosas de manera más íntegra ("holística") se hace necesario desempolvar un concepto siempre útil, al menos en arqueología, el concepto de historia cultural, que debe combinarse con dos conceptos de gran realismo: evolución cultural y sistemas sociales. El estructuralismo y la antropología a "lo crítico-narrativo" están bien, pero el ojo se vuelve estrábico y las manos inoperantes cuando solamente se disfruta en comentarios construidos desde una sola perspectiva, por lo general en conversaciones de aula y con el texto de algún teórico en la mano.


El subterráneo

2 comments:

Gregorio Calvo G. said...
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Anonymous said...

Goyíto:
Recien leí en la lista de arqueología tu post acerca de la Memoria. Quiero hacer un par de reflexiones, que creo son significativas .

Tu posición cristiana es de gran valor en el análisis, porque adopta categorías de interpretación de la realidad social diferentes, no opuestas, con los análisis materialistas.
Por ejemplo los conceptos de Perdon, Reconciliación, Olvido, Justicia, y otros en ese terreno que podrían pensarse contradictorias a veces.
Es evidente que según te ubiques en el contexto social, tus categorías seran acordes a ésto, pero cuando se adscribe uno a ideologías o credos que abarcan y explican tu posición en el tejido social y desde allí actuas, el tema se transforma en uno de consecuencia.
Soy arqueóloga desde antes de que ésta fuera diciplina en Chile.
Cuando se creó el departamento de antropología en la Chile,1971 ?, yo
ya trabajaba con Julio Montané, Hans Niemeyer, V.Schiapacasse,Juan Munizaga, Alberto Medina,que para mis veintatantos, eran viejos carcamales...40,45?
Mi formación ideológica, mi formacion profesional temprana, nacieron en medio de debates, conversaciones de amanecida en terreno y museos, lecturas compartidas, risas y fraternidad.
Eso terminó en 1973 para tantos. La arqueología en Chile se limpió, se blanqueó, se vació de un contenido teórico alternativo por décadas.
Dado que yo era presidenta del centro de alumnos y militante en la JS, fui expulsada de la universidad de Chile, junto a todos quienes pensabamos distinto: alumnos, profesores,investigadores, y hasta los choferes de los jeeps...
Nos fuimos algunos al exilio, otros debieron dejar la carrera para vender zapatos, otros, ya sabemos que lo pasaron peor.
En el 79 volví a la escuela, egresé en el 93 y en marzo del 2006 obtuve mi cartón....a los 60 años.
pero ni me quejo, ni lloro, ni estoy pegada para nada.
Lo que sí, nunca más hice arqueología. Para mí, como dijo Lumbreras, la arqueología es cienci social o no es nada (algo así...)
Y éso en Chile, no lo veo.
Hace años estoy en Memoria y Derechos Humanos, campo de la antropología y en general en las ciencias sociales emergente hoy en todo el planeta.
Los españoles, los franceses,alemanes,italianos,judíos,los norteamericanos,todo el Cono Sur latinoamericano, Africa están recuperando, releyendo su Historia-Memoria socialmente para reinvindicar los porqué y los cómo.
Es notable que solo en esta última decada hayan surgido estos estudios
tanto después de sucedidos los conflictos sociales traumáticos.
En todos los centros de estudio los investigadores llevan a cabo estos estudios y estamos todos muy contactados, porque la elaboración teórica es vertiginosa, y el contraste de hipótesis es indispensable con otros casos similares.
Por último, te explico porqué te escribo acá y no en la lista: sigo pensando-sintiendo que los arqueólogos chilenos de Chile, estan ajenos al tema. Eso no es malo ni bueno, pero es ajeno.
Quisiera que consideraras la idea de trabajar con nosotros en la universidad de Humanismo Cristiano; en el departamento formamos este Centro de Memoria y Derechos Humanos
del que hablo, y sus componentes son destacados profesionales de variadas diciplinas y proveniencias.
Si te interesa, te doy mi teléfono y conversamos.
Abrazo
Adriana Goñi
2079730
centroestudiosmemoria@gmail.com